Los diamantes son las gemas preciosas más deseadas y admiradas en el mundo. Esto se debe en gran parte a su belleza y a características como la dureza y perdurabilidad. Sin embargo la obtención de esta fantástica piedra no ha estado exenta de conflicto. Los “diamantes de sangre” son gemas preciosas que han sido extraídas en condiciones de abuso y explotación.
La esclavitud, los conflictos bélicos y los golpes de Estado son solo algunos de los contextos que empañan esta labor. Con el objetivo de poner freno a esta verdadera barbarie, las Naciones Unidas, en connivencia con el sector del diamante, dictó la resolución 55/56 con el objetivo de certificar la legitimidad de los diamantes que se venden en el mundo.
Dentro de esta resolución se incluye el conocido Proceso Kimberley, que inicia un protocolo de seguimiento desde la extracción de los diamantes hasta su comercialización final. Una lista de 54 países, entre productores y consumidores, aceptaron en el año 2002 someterse a este proceso de control, pero otros lo rechazaron. Los diamantes de estos últimos, son los conocidos como “diamantes de sangre”.
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En la década de los años 90 una producción importante de diamantes procedía de Sierra Leona. En medio de una serie de disputas internas, países como Angola, Congo, o Costa de Marfil financiaron gran parte de los conflictos a través de la venta de diamantes en bruto. Hoy día menos del 1% de los diamantes proceden de conflictos gracias a los tratamientos que se han impuesto por parte de Naciones Unidas.
Sin lugar a dudas el proceso Kimberley es una garantía que permite al cliente final adquirir joyas de diamantes no procedentes de conflicto ni extraídos de mano de obra esclava. En la cláusula de garantía del proceso Kimberley nos indica:
CLAUSULA DE GARANTÍA PROCESO KIMBERLEY
“Los Diamantes a continuación facturados han sido comprados de fuentes legitimas no involucradas en conflictos y en conformidad con las resoluciones de las Naciones Unidas. El vendedor garantiza por el presente documento, que estos diamantes provienen de áreas que están libres de conflicto, en base en su conocimiento personal y/o las garantías escritas facilitadas por el proveedor de estos diamantes.”
Las condiciones obligatorias para que los diferentes países puedan formar parte del proceso Kimberley son aquellas que aseguren que:
- Los diamantes originarios del país no financien a ninguna entidad o grupo que tenga por objetivo la destitución, ruptura, guerra contra un gobierno reconocido por las Naciones Unidas.
- Que cada uno de los diamantes que se exporten incorporen una certificación de garantía del proceso Kimberley.
- La prohibición de importar o exportar diamantes a un país que no esté dentro de la lista de participación del proceso Kimberley.
Estas tres condiciones se han cumplido severamente y países como el Congo han sido expulsados de la lista de países sometidos a Kimberley al no poder demostrar el origen de sus diamantes.
Actualmente la lista de países que participan de esta certificación asciende a 70 y en cada país se trabaja con organizaciones de carácter no gubernamentales, Naciones Unidas y respectivos gobiernos para controlar con mayor rigidez la procedencia de los diamantes y hacer sostenible el mercado de las joyas de diamantes.
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Es conveniente hacer saber que prácticamente la totalidad de los diamantes que se venden en las joyerías de Europa y por supuesto de España, no proceden de conflictos bélicos y están sometidos a los controles del proceso Kimberley.
Hay que recordar que los diamantes no solamente son utilizados en el mundo del lujo y la joyería, sino también en hospitales e industrias que también deben garantizar su procedencia. La demanda del mercado de los diamantes es cada vez menor, viviendo actualmente una pequeña crisis. Una excesiva oferta y una escasa demanda hacen que la industria del diamante pretenda mantener unos precios relativamente estables para los próximos años. Los países con mayores producciones de diamantes actualmente son: Canadá, Australia, Tanzania, Namibia, Rusia y Sudáfrica.